Un mito es un ave paseriforme de la familia de los Páridos, que habita en España. Pero también es, en su cuarta acepción en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, una “persona o cosa a las que se atribuyen cualidades o excelencias que no tienen, o bien una realidad de la que carecen”. Hoy voy a escribir acerca de algunos de los abundantes mitos o tópicos o verdades a medias que forman parte de lo que hoy en día se cree saber acerca de Asia Oriental en general y de China en particular.
Partamos de la base de que muchas personas en este lado del mundo todavía emplean las denominaciones de “chino”, “china”, “chinitos” y demás, para referirse a cualquier persona de ojos más o menos rasgados con la que tenga la suerte de cruzarse. Esa es una de las razones por la que existen tantos mitos sobre China; en nuestra cultura popular el concepto de lo asiático y lo chino, y también lo japonés, son prácticamente lo mismo. El resto de Asia oriental se difumina en una nebulosa de países tan exóticos como salvajes.
Uno de mis mitos favoritos es que todos los “chinos” son iguales. ¿De veras?

Todas estas personas son de nacionalidades diferentes.
En España, y me figuro que en otras partes del mundo occidental no será diferente, la comida de los restaurantes chinos es frecuentemente catalogada de dudosa calidad y, sobre todo, de extraña procedencia. Esta creencia es fruto, principalmente, de dos curiosos mitos:
- Los chinos comen perros. Y por extensión ratas, gatos, palomas y casi cualquier otro animal que no sólo esté ausente de nuestra dieta tradicional sino que, además, por su condición de mascota o su relación con lo sucio o lo insalubre, un español en su sano juicio jamás se llevaría al plato. El capítulo de la comida en la cultura de los pueblos es largo y complejo. En lo que ahora nos concierne, es cierto que algunos chinos comen perros, los han comido desde los tiempos de Confucio y seguirán haciéndolo. Parece que, actualmente, los perros destinados a tal fin son criados especialmente para ello, y el precio de un plato de su carne no está alcance de cualquiera. También se consume en Corea y en el norte de Vietnam, entre otros lugares. Y bien. Aquí se come sangre de cerdo rebozada con cebolla, intestinos, sesos, criadillas y muchas otras cosas deliciosas. Que algunos chinos coman perros no significa que todos lo hagan y menos aún que los camuflen en las cartas de sus restaurantes como ternera en salsa.
- No hay tumbas de chinos en nuestros cementerios. Por tanto, o no se mueren nunca, o se deshacen de los cadáveres echándolos a la olla. Lo que más me intriga de este aplastante razonamiento, al que han llegado algunos a veces bromeando y a veces no tanto, es que todos parecen haber comprobado rigurosamente cada nicho de los camposantos de este país. Este mito, que en realidad puede considerarse lisa y llanamente una gran barbaridad, haría sonreír de cinismo, pienso yo, al propio Lu Xun. Si estás leyendo esto y te interesa una explicación digamos más real de por qué hay pocas tumbas de chinos en España, puedes continuar. Si estás contento con el razonamiento anterior, tal vez encuentres aburrido este blog.
El hecho de que no existan muchas tumbas de chinos es consecuencia de varios factores. Consideremos la edad media de los inmigrantes chinos en España. La inmigración china empezó a llegar a España recién comenzado el siglo XX, aunque no fue hasta mediados de los noventa que el número de inmigrantes chinos (me refiero a la mayoría procedente de la China continental) comenzó a incrementarse de manera espectacular. La media de edad de un inmigrante chino es de 29 años, la gran mayoría de ellos tienen entre 16 y 64. Si tenemos en cuenta que aún no han pasado ni veinte años desde que llegaron los primeros de esta gran ola, y que la esperanza de vida de un español es de 79 años y la de un chino 73, podremos concluir que, sencillamente, aún son jóvenes para poblar los cementerios.
Naturalmente, también debemos de tener en cuenta los factores culturales. Debido al culto a los antepasados, tan importante para la espiritualidad de la familia china, muchos de los chinos que hayan fallecido en nuestro país han sido devueltos a su tierra natal, para ser enterrados con sus ancestros, según la costumbre tradicional china.
Así mismo algunos de los que hayan fallecido están realmente enterrados aquí, como podrá certificar cualquiera que haga un estudios riguroso de las lápidas. Si con todo, las estadísticas mostraran una cifra de muertes de ciudadanos chinos en brutal desproporción con los que viven, hay que tener en cuenta que muchos chinos mueren nacionalizados españoles. Aquellos que deseen instruirse más y mejor en este interesante tema, deben consultar el libro de Gladys Nieto La inmigración china en España, Madrid: La Catarata, 2007.
Continuará...
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Laura Domingo Vera, Rojo Asia.