viernes, 19 de diciembre de 2008

超級女声 Super Girl

超級女 [chaoji nu sheng] fue un concurso televisivo organizado por la Televisión de Hunan entre los años 2004 y 2006, en el que como en American Idol, Operación Triunfo se presentaban unos candidatos, en este caso exclusivamente de género femenino, para ser formadas como cantantes de música comercial y en el que demostraron semana tras semana sus capacidades como cantantes en galas en directo. Este programa fue seguido por 1.3 millones de personas, un gran nivel de audiencia nunca visto hasta entonces.


En este sentido no se diferencia de nuestro Operación Triunfo, pero cuando el gobierno chino censura este programa por extravagante, de mal gusto y poco ético, prohibiendo la participación de artistas escandalosos y polémicos, y obligando a los concursantes a llevar peinados, ropas y accesorios en la línea de los valores dominantes, y no sólo eso sino que no podrán participar en futuros programas concursantes procedentes de Taiwán, Hong Kong o Macao, ya no estamos ante un American Idol. De este cambio de imagen y de contenido nació el Happy Voice Boys, una versión masculina del programa, en el que los concursantes cantan canciones mas acordes con la ética, que el gobierno quiere que sus jóvenes tengan como modelo.


Algunas fuentes comentan que la censura no fue tanto por lo escandaloso y morboso que es el reality, sino por la forma de elegir al ganador. En un país en el que no se elige a su gobernante a través de las urnas, la práctica de elegir a un cantante vía SMS, no gusta a muchos. Algunos observadores ven el fenómeno como una llamada a la democracia y como una práctica que puede acostumbrar al pueblo a elegir lo que ellos quieren. De hecho ganó la concursante que nada tiene que ver con el prototipo de belleza china y que según los entendidos no afina muy bien, pero los votantes consideraron que era la mejor. Los telespectadores sintieron que realmente en este programa se podía presentar y llegar a la final cualquier chica que aspirase a ser estrella de la canción, sin importar la procedencia o el estatus socio-económico de la concursante. Muchas jóvenes chinas en estos años se sintieron muy identificadas con sus ídolos y creció el movimiento fan por todas las regiones de China.




En este punto se abre un enigma al pensar, si un programa televisivo puede llevar a la población a plantearse el exigir el derecho a votar a sus políticos.


No sabemos realmente el origen de la censura hacia este programa pero en el China Daily, un periódico chino, comentaban que el resultado era un ejemplo de que la democracia no servía para elegir al mejor. Con esta postura del gobierno muchos analistas hablan de una censura debido al movimiento “democrático” que trajo consigo el programa, y otros que simplemente era para acabar con el mal gusto que este generaba; al que se le sumaba el argumento de que no se podría hablar de un movimiento “democrático” ya que ni fue transparente ni igualitario, porque el coste del SMS subió de precio en el día de la votación y muchos chinos no poseen un móvil debido a que su economía se lo impide.


Mas allá de descubrir el verdadero origen del cambio de contenidos del programa, ha quedado patente la “preocupación” del gobierno para que sus jóvenes no se desvíen de una ética correcta. Así concluyo con una pregunta que me surge cuando leo el revuelo que se creó cuando en el 2006 se acabó con 超級女, ¿se podría denominar censura cuando los gobiernos interceden para acabar con la telebasura?.


Más información acerca de este tema: http://zonaeuropa.com/20050829_1.htm (recopilación de noticias acerca del concurso en varios medios de comunicación, en inglés) y también http://www.danwei.org/trends_and_buzz/cppcc_exterminate_the_super_girls.php (declaraciones desde el Partido Comunista acerca del concurso)



Elena Blázquez, Rojo Asia.

domingo, 7 de diciembre de 2008

El origen de la escritura china

Para el común de los mortales que no ha tenido nunca mayor contacto con el chino que “esas letras raras” de la carta de un restaurante chino, o los tatuajes de un amigo un tanto hortera, probablemente esta lengua sea un auténtico misterio en lo que a su origen, características y significado se refiere. Pues bien, en primer lugar, el chino nos resulta prácticamente igual de jeroglífico a nosotros que a ellos nuestras lenguas occidentales, ya que se basan en unos principios básicos totalmente opuestos. El castellano y el resto de las lenguas que derivan del indoeuropeo se forman con un alfabeto, con unas letras, es decir con unas grafías simples que representan un fonema (en algunos casos alguno más): es decir, la letra m se pronuncia /m/, y la c puede representar el fonema /θ/ si va seguida de e o i, y /k/ si la siguiente vocal es a, o o u. El chino en cambio es una lengua monosilábica, toda sílaba corresponde a una palabra, y toda palabra corresponde un carácter. Así, si nos encontramos por ejemplo el carácter 大,la pregunta que solemos hacer es ¿qué letra es esa? Cuando la pregunta correcta debería ser ¿qué carácter o palabra es esa? Y la respuesta os lo aclarará: se pronuncia “ta” (aunque su transcripción alfabética sea [da4]) y es un adjetivo que significa grande.

Pero ahora vamos a empezar por el principio, ¿cuándo y cómo nace la escritura china? Pues los primeros vestigios que tenemos de escritura china son del 1500 a.n.e. (antes de nuestra era), y aparecen en huesos de animales y caparazones de tortugas. Esto se explica por el hecho de que la escritura china nace unida a la adivinación y al culto religioso. La adivinación en la antigua China se hacía aplicando fuego a los huesos de animales sacrificados o a caparazones de tortugas e interpretando las marcas y grietas resultantes de este proceso. Las inscripciones se hacían después de la prueba de fuego, éstas servían como comentario de los signos, eran la manera de formular las preguntas e incluso podían usarse para señalar la fecha y el nombre del adivinador. Estas inscripciones se acabaron convirtiendo en archivos sobre la técnica adivinatoria y eran conservadas en las tumbas, de lo que se deduce el valor sacro que se les daba. La adivinación servía para responder preguntas que planteaban los reyes sobre cacerías, enfrentamientos militares, la meteorología, o el culto a los antepasados y divinidades. Estas inscripciones se consideran la forma más arcaica de la escritura china y ya contaban con cerca de 5.000 caracteres, de los cuales se han descifrado unos 1.500, de los que unos centenares constituyen el grupo de los caracteres más usados en el chino actual, entre ellos los correspondientes a la numeración del 1 al 10 : 一二三四五六七八九十 [yi1, er4, san1, si4, wu3, liu4, qi1, ba1, jiu3, shi2].

Después de los huesos y caparazones, la escritura china toma otros soportes, como las tablillas de madera o de bambú, y más adelante, a partir del s.V a.n.e, la seda. Era un material más absorbente que las tablas de bambú, y además al ser más ligera permitía reducir tanto el volumen como el peso del texto escrito, pero su elevado coste (la seda era un indicador económico y con ella se pagaban impuestos y los sueldos de los funcionarios del Imperio) condujo hacia la búsqueda de un nuevo material: el papel. Aparece en China en el S.II a.n.e. vinculado a un gobierno burocratizado que necesita un soporte para la escritura más barato. Resultó tan exitoso que incluso la seda dejó de ser el material más usado para la pintura, en favor del papel. El uso de estos soportes tan absorbentes es decisivo para entender el valor artístico que alcanza la caligrafía , y es que el uso del pincel sobre la seda primero, y luego sobre el papel permite que el calígrafo exprese su sensibilidad en los trazos de los caracteres. De ahí que la caligrafía se considere un arte mayor en China, como lo prueba el hecho que todos los pintores antes debían ser calígrafos. Es una expresión artística tan valorada como la poesía.

Un pequeño apunte sobre sus características principales nos servirá para terminar de acercarnos a esta escritura tan antigua. El chino pertenece al grupo de lenguas sinotibetanas, menos extendidas territorialmente que las indoeuropeas por el carácter agrícola de sus sociedades en comparación con los cazadores nómadas de la zona más occidental del continente euroasiático. El chino en realidad tiene multitud de dialectos, de los cuales el mandarín es el más hablado (800 millones lo tienen como lengua materna), además del idioma oficial de la República Popular China. La gran variedad de dialectos se ve unificada en la escritura por el uso de los mismos caracteres. Las lenguas de los pueblos que pertenecían a los territorios más alejados del Imperio sí desarrollaron su propia escritura bien diferenciada del chino, como es el caso del tibetano, el manchú, el mongol y el uygur.

Actualmente la lengua china cuenta con unos 50.000 caracteres. De manera muy resumida podríamos decir que se dividen en pictogramas (grafías que representan de manera muy estilizada objetos o acciones) con componentes semánticos, y caracteres fonéticos que ayudan a aliviar la homofonía de esta lengua. La homofonía es algo muy caracterísitico del chino, en comparación a los miles de caracteres tan sólo hay unas 400 sílabas en el habla, lo que provoca entre otras cosas que cuando hablan, a los occidentales nos suene todo igual, por eso, y aunque sorprenda, es más fácil entender el chino leído que escuchado. Los caracteres tienen un numero de trazos (de 1 a unos 60) que deben escribirse en un orden fijado, si el orden se altera se comete una falta de ortografía. Asimismo todos los caracteres ocupan un mismo espacio (un cuadrado imaginario) y aunque antiguamente se escribía de arriba a abajo y de derecha a izquierda (siguiendo el curso natural de las tablillas de bambú), desde los años 50 del siglo pasado, se ha adaptado al orden occidental, en horizontal y de izquierda a derecha.

Por último vamos a resolver una cuestión que plantea muchas dudas entre la gente, ¿cómo escriben los chinos en los ordenadores o en los móviles? Pues bien, existe un sistema de transcripción fonética utilizando el alfabeto occidental. Es el pinyin y está aceptado tanto por China, que lo ha implantado en las escuelas donde todos los niños lo tienen que estudiar, como por la comunidad internacional. Digamos que tiene sus propias normas y las letras no se pronuncian igual que en castellano o inglés, pero no difieren demasiado. De ahí las confusiones que ya alguna vez hemos comentado, como pronunciar [Qin] como “Kuin”, cuando se debería leer algo como “Chin”. A través de este sistema se puede escribir en el teclado la palabra en pinyin y luego elegir el carácter que quieres entre la variedad que aparecen con esa pronunciación. Parece complicado, pero no lo es tanto. El pinyin también facilita la búsqueda en los diccionarios, algo que también parece muy misterioso, ya que si se desconoce la pronunciación, los caracteres se buscan por trazos, primero los trazos que tiene su radical (la parte semántica del carácter) y luego con la combinación de trazos del resto del carácter. Una clase práctica es suficiente para verlo más claro.

Quizás el hecho de que el chino tenga unas características tan particulares provoca que aquellos que lo estudiamos sintamos una especial atracción por este idioma tan complejo como bello.

Nota: Los números que aparecen en las transcripciones en pinyin corresponden a los tonos, son cuatro y ayudan también a corregir la homofonía de este idioma.

Bibliografía:

Folch, Dolors: La construcción de China. Ediciones Península

Gernet, Jacques: El mundo chino. Editorial Crítica

Páginas web consultadas:

http://es.wikipedia.org/wiki/Escritura_china



Rebeca González Barreiro, Rojo Asia.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Mitos y realidades, segunda parte. Los chinos son ateos.

Esta sencilla frase, los chinos son ateos, (tan sencilla que si se emplea el tiempo que he empleado yo rastreándola en Internet, terminas por repetirla en tu mente sin cesar como un mantra) enmascara uno de los grandes mitos acerca de China que aún viven y se alimentan en nuestro inconsciente colectivo. Digo enmascara porque así a primera vista parece una afirmación con más sentido común que otras del tipo de “los chinos echan los cadáveres a la olla”, como comentaba hace tiempo. Es más, se trata de una de las verdades más antiguas que atesoramos acerca de China, junto con que es un país enorme, pobladísimo y que está muy lejos. El hecho de que lleve tanto tiempo acompañándonos no ha de cegarnos, decir que los chinos son ateos es como decir que China es un país comunista; es una verdad a medias, o mejor, un juicio demasiado superficial acerca de una realidad sumamente compleja.

Parece lógico deducir que si los chinos son ateos (RAE: que niegan la existencia de dios: etimología: sin dios), carecen asimismo de religiones. Ahora bien, algo conocemos sobre las religiones en China. Taoísmo, budismo, islamismo, cristianismo y protestantismo son las religiones mayoritarias que se practican en la China actual. El problema que yo veo aquí es conceptual. Muchas personas no considerarían al taoísmo como una religión, ciñiéndose estrictamente a lo que nosotros como herederos de la tradición católica entendemos por religión. El taoísmo nació definitivamente como filosofía (igual que el confucianismo, base del sistema moral chino que dio lugar a los elaborados rituales que han regido las relaciones de las personas entre sí durante siglos), si bien es cierto que su posterior evolución la dotó de ciertas características más propias de los cultos religiosos que de las escuelas filosóficas.

Puesto que las “religiones” más antiguas presentes en China son el confucianismo, el taoísmo y el budismo, es justo tener en cuenta esta pequeña cuestión histórica. Y también la más amplia cuestión de que no existe un único concepto universal que abarque lo que los diferentes pueblos entienden por religión. En relación a nuestro idioma, no se ponen de acuerdo en si el término procede del latín religare o relegere, (“atar fuertemente” o “leer atentamente”). En chino, el término sería 宗教 [zong1jiao4] para lo que entendemos por religión, sin embargo la palabra empleada para referirse a las tres “religiones” tradicionales es [jiao4], que en castellano se traduce por enseñanza.

Lo que quiero decir es que es muy injusto e improductivo imponer nuestra visión de un concepto tan escurridizo como “religión” y juzgar a los demás según nuestro exclusivo entendimiento del mismo. El confucianismo surgió y desarrolló sus aspectos más importantes, e interesantes, como normas sociales, pautas para lograr una sociedad armoniosa. Lo que nos desconcierta, entre otras cosas, es que aún hay templos dedicados al confucianismo, ¿cómo es posible que haya templos si no es una religión? Encontramos hermosos conceptos como [ren2], humanidad, benevolencia, amor al prójimo.

El taoísmo se basaba principalmente en el famoso Dao De Jing y en los escritos de Zhuang Zi, y dado que este debe ser un artículo breve, resumiré su regla de oro en esta frase: vive y deja vivir. Actualmente la práctica del taoísmo es completamente religiosa, con un alto grado de superstición. Y ya sabemos de dónde viene el budismo. Las tres enseñanzas convivieron durante muchos siglos, dominando en ocasiones una sobre las otras (dinastía Tang, dinastía Song), pero siempre estuvieron presentes en la vida pública y privada del pueblo chino. En los entierros, en las bodas y en los nacimientos. Todas ellas junto con la llamada “religión tradicional o popular”: el culto a los antepasados y a la naturaleza, siempre a grandes rasgos. Ésta última junto con el confucianismo son las que más debates provocan entre los académicos, afanados en la tarea de definir los límites del concepto de “religión”.

La dictadura maoísta prohibió toda manifestación y culto religioso, por motivos obvios. Nada puede interponerse entre el Partido y la comunidad. Las “religiones” fueron duramente perseguidas durante la Revolución Cultural, todas ellas, no sólo el budismo tibetano. Pero Mao murió hace tiempo, y el maoísmo con el, y la actual República Popular de China cuenta con una Constitución desde 1982 en la que se establece, en su artículo 36, que los ciudadanos chinos disfrutan de completa libertad religiosa y que ninguna institución puede obligar a nadie a creer o dejar de creer en cualquier religión. Por experiencia sabemos que lo que se promulga en las constituciones no tiene por qué convertirse en realidad, y esto es especialmente cierto en lo referente a la Constitución china, pero valga el ejemplo para llamar la atención sobre la política oficial del gobierno acerca del tema.

Los seguidores del Falun Gong y los católicos romanos seguro que discrepan bastante sobre la correcta aplicación del artículo 36, pero de nuevo, obviamente, no esperemos que un gobierno que no deja de ser autoritario permita cultos religiosos que amenacen su agenda nacionalista.

Después de este recorrido por la historia, que espero no se os haya hecho muy pesado, ¿qué sucede en la actualidad? Sucede que según las encuestas aproximadamente el treinta por ciento de la población adulta se considera religiosa (eso suma unos cuatrocientos millones de personas que no son ateos). Aún queda un buen porcentaje de personas que no se consideran religiosas (lo cual, permitidme que lo señale aunque parezca evidente, no significa que sean ateos). Vivir en este país no es muy buen ejemplo acerca de este tema, porque seguro que aquí los resultados de la encuesta mostrarían muchas más personas religiosas de lo que parece. En España ser católico es una cuestión de herencia, no de religión. Que todos nos echemos a la calle como posesos a comprar en Navidad no significa que seamos religiosos, ni que disfrutemos de las vacaciones de Semana Santa para recordar el sufrimiento de Jesús, si no para darnos el primer baño de la temporada playera. De igual manera, millones de chinos que no se consideran religiosos acudirán sin dudarlo a encender tres barritas de incienso al templo más cercano antes de echar la lotería, comprar un coche, realizar una entrevista de trabajo o presentarse a un examen.

No dejemos que nuestra visión heredada del mundo empañe la pequeña ventana que tenemos para mirar alrededor. Bastante pequeña es la ventana de por sí.

Termino llamando la atención sobre un pequeño pero extendidísimo mito que tienen los chinos hacia los occidentales. Pronto traduciré estas líneas al chino, de lo contrario me temo que a pocos podré llegar, pero mientras, para aquellos que podáis leer el castellano; que los occidentales están todos gordos es un mito facilón. Vale que no tenemos una dieta basada en las verduras y el arroz, vale que no nos gusta matarnos a trabajar, pero NO estamos todos gordos. ¡Si acaso los norteamericanos!

Posdata:
Para los que deseen profundizar un poco acerca de las religiones en China este enlace puede ser útil. Husmeando por ahí, encontré un par de noticias interesantes; de la atea china y los baptitas norteamericanos.

Laura Domingo Vera, Rojo Asia.

viernes, 24 de octubre de 2008

Una pequeña historia de película

Rocío García de Paadín llegó a Beijing en Octubre de 1985 al ser enviado su padre a trabajar en la Embajada de España de esa ciudad. En ese momento Rocío tenía 17 años y no sabía lo que haría durante el tiempo que su familia estuviera viviendo en China. Durante el año antes de ir a Beijing Rocío estuvo dando clases de chino pero no logró avanzar demasiado, aprender la lengua era uno de sus pocos objetivos claros para su estancia en China, así como viajar y conocer el país.


Al poco tiempo de llegar comenzó a trabajar en la Biblioteca de la Embajada de Méjico como documentalista, por medio de su trabajo conoció a un joven argentino que estaba estudiando en Beijing que le dijo que él iba a actuar en una película china y que estaban buscando una chica occidental para sustituir a la actriz principal, una estadounidense que había abandonado el rodaje a causa de las duras condiciones debidas al intenso frío. Rocío vio en esta propuesta una oportunidad para conocer Xinjiang, que es donde se iba a rodar la película, y decidió probar suerte, a pesar de que no tenía ningún tipo de experiencia como actriz. La mujer del director fue a Beijing y le hizo una prueba de fotografía. Rocío es rubia y tiene ojos azules y una piel muy clara, lo que iba perfectamente para el papel de joven rusa que debía encarnar, fue elegida para el papel y se procedió a la firma del contrato en la que debieron también intervenir sus padres y en el que se especifican las condiciones de trabajo entre las que constaba claramente que no habría ni besos ni abrazos, prohibidos por la censura de la época. A los pocos días partió junto a su compañero de reparto y la mujer del director en un largo viaje en tren hacia Xinjiang.


Rocío interpretaba a Jina (Tina), una joven rusa casada con un general del ejército de Jiang Jieshi (Chang Kai-Shek). La película transcurría en plena Guerra Civil China entre los ejércitos del Guomindang y los comunistas liderados por Mao Zedong. El marido de Jina organiza la huida de esta acompañada por su propio ayudante que acabará enamorándose de ella sin ser correspondido. La película es una historia de amor y aventuras que tampoco faltaron durante los tres meses de rodaje, entre Noviembre de 1986 y Febrero de 1987 en la remota provincia de Xinjiang. El joven argentino que metió a Rocío en esta aventura encarnaba a un joven ruso que se enamora de Jina y que es asesinado por el ayudante de su marido llevado por los celos, esto tiene lugar a los pocos días del comienzo del rodaje por lo que Rocío pasó a ser la única occidental que participaba en la película. A lo largo del rodaje sufrió varios accidentes: en uno cayó a un río helado y tuvo que ser llevada al hospital y en otro hubo de tirarse en marcha de un trineo tirado por perros al no saber como pararlos. El frío fue intenso a lo largo de todo el rodaje y Rocío aprendió así a beber agua caliente para combatirlo. Al no saber muy bien como iban a ser las condiciones del rodaje Rocío había llevado consigo un gran macuto repleto de todo tipo de provisiones que compartía con sus compañeros en improvisadas meriendas al finalizar las sesiones de rodaje en las cuales aprovechaba para practicar su Chino que iba mejorando rápidamente, pero para este aprendizaje tuvo un ayudante muy especial, era un niño de 7 años que participaba en la película interpretando a un niño soldado y que estaba solo, Rocío decidió llevárselo a dormir a su habitación y así se convirtió en un profesor particular de Chino muy especial. Todos los miembros de la película la cuidaban mucho y procuraban que se sintiera bien en todo momento, ella recuerda con cariño toda la atención que le prestaban.


La película, Los Ladrones y el Cisne, se estrenó en China en 1987 y tras su estreno Wu, su director, publicó en una revista china especializada en cine un artículo alabando el trabajo y la interpretación de Rocío que se había convertido en la primera mujer occidental en protagonizar una película china.


Tras esta primera película Rocío intervendrá en otras tres, la primera de ellas la rodó en un barco que navegaba por el Yangzi y en ella interpretaba a una periodista que investigaba un asesinato, en la siguiente encarnaba a una piloto de guerra y en la última a una policía que debía descubrir un laboratorio de drogas en Hong Kong donde transcurrió parte del rodaje y que para Rocío supuso una fuerte impresión porque para entonces llevaba 3 años sin salir de China.


En 1989, durante las revueltas de Tiananmen, las familias de los diplomáticos fueron enviadas de vuelta a España y desde entonces Rocío no ha vuelto a China, en parte porque tiene miedo a encontrar una China demasiado diferente a la que ella recuerda con tanto cariño.



Eloísa García Laynez, Rojo Asia.

lunes, 13 de octubre de 2008

China:"un solo hijo"

La política del Hijo Único en China es un tema que plantea opiniones muy variadas, pero desde la perspectiva occidental lo más habitual es que se entienda como una medida autoritaria que limita los derechos del individuo en la toma de decisiones tan importantes como es la creación de una familia. En cambio si hiciésemos un sondeo entre la población europea, por ejemplo, es bastante probable que un alto porcentaje opinase que China debería controlar de alguna manera el crecimiento de su población, ya que de seguir así, el número tan elevado de ciudadanos chinos que cada vez tiene más posibilidades económicas, se traduce en un consumo de los recursos naturales mundiales incompatible con un desarrollo sostenible como el que se propugna en la actualidad.

Esta política se lleva empleando desde el año 1979, y las autoridades calculan que China tiene un total de aproximadamente 400 millones de personas menos que si no se aplicasen estas medidas de control demográfico.

Como su nombre indica la política del hijo único consiste en que cada pareja puede tener solamente un hijo. Aunque hay una serie de excepciones importantes, por ejemplo, esta medida no se aplica a la población perteneciente a las cincuenta y cinco minorías étnicas así catalogadas por el Gobierno chino, las cuales pueden llegar a tener dos hijos en las zonas urbanas y hasta cuatro en las rurales. En ciertas provincias se permite también la posibilidad de tener dos hijos si ambos progenitores son a su vez hijos únicos. También se han hecho excepciones más puntuales, como la relacionada con el reciente terremoto de Sichuan, por lo que los padres que perdieron a su hijo en este desastre podrían volver a tener otro. Otra excepción que es realmente llamativa es la posibilidad en las zonas rurales de tener un segundo hijo si el primero ha sido una niña. En esta cuestión tiene mucho que ver la tradición confuciana por la que el apellido de la familia se hereda a través del hijo varón, ya que la hija al casarse abandonaría su familia para vivir y cuidar a la de su marido. Esto provoca que sobre todo en las zonas más pobres y menos urbanizadas del país, los nacimientos de niños son anormalmente muy superiores a los nacimientos de niñas. Por ejemplo en la provincia de Jiangxi hay una tasa de nacimientos de varones de 138 por cada 100 niñas, cuando la media nacional es de 117 niños por cada 100 niñas, que a su vez es muy superior a la media internacional de 105 niños por cada 100 niñas (ya que la mortalidad de los niños es superior a la de las niñas, al final hay más población de mujeres que de hombres en casi todo el planeta)

La política del hijo único en este sentido puede provocar, y de hecho lo hace, que los abortos selectivos sean un instrumento muy común para asegurarse el nacimiento de un hijo varón, y que el abandono e infanticidio de niñas sea una práctica no tan inusual entre la población de este país.

Tabla 1: Población de China en el año 2000 (Total 1,276,301,000)

Cohorte de Edad

Población de Hombres (000)

Población de Mujeres (000)

Porcentaje de Hombres

Porcentaje de Mujeres

0-4

51171

46045

4.0

3.6

5-9

54211

48798

4.2

3.8

10-14

61432

55862

4.8

4.4

15-19

51813

48034

4.1

3.8

20-24

50272

47209

3.9

3.7

25-29

62979

59403

4.9

4.6

30-34

65752

61854

5.1

4.8

35-39

54375

51147

4.3

4.0

40-44

43587

40552

3.4

3.2

45-49

43969

41819

3.4

3.3

50-54

32187

29918

2.5

2.3

55-59

24232

22446

1.9

1.8

60-64

21173

20079

1.7

1.6

65-69

17433

17505

1.4

1.4

70-74

11870

13054

0.9

1.0

75-79

6577

8709

0.5

0.7

80+

3857

6799

0.3

0.5

TOTALES

656890

619233

51,47

48,52

Fuente: Naciones Unidas.

Aunque en China la política del hijo único perjudique seriamente a las niñas, desgraciadamente no es el único país asiático que vive una situación similar sin que el gobierno aplique ninguna medida de control demográfico. India es uno de los países del mundo con la mayor brecha de población entre hombres y mujeres, con una media de 93,3 mujeres por cada 100 hombres. Pero incluso sorprenden más los datos relacionados con dos países económicamente más desarrollados como lo son Corea del Sur y Taiwán. En este último nacen unos 110 niños por cada 100 niñas, dando lugar a un déficit de unas 400.000 mujeres en una población total de 23 millones. En Corea del Sur el déficit es aproximadamente de 150.000 mujeres. En ambos países está muy generalizado el uso de métodos avanzados de selección prenatal a través de las ecografías. Haciendo un análisis superficial se podría intuir que el punto en común de estos dos países con China es la tradición confuciana, en la que el nacimiento de un niño se considera un regalo del cielo, mientras que una niña implica una carga que hay que mantener hasta que otra familia se la lleve una vez se case.

En todo caso, claro está que la tradición confuciana no es la única que favorece al varón, ya que en la mayoría de las culturas la mujer es un ciudadano de segunda orden, cuyo destino depende en demasiadas ocasiones de las decisiones que tome su padre, hermano o marido, y sus derechos fundamentales se ven en gran medida negados. No olvidemos que el 70% de las personas pobres del planeta son mujeres.

La política del hijo único en China ha dado lugar a dos nuevos retos a los que este país deberá enfrentarse: la masculinización de su población, y el ya conocido problema del “niño emperador”. En cuanto al primero y con un déficit de entre unos 40 y 60 millones de mujeres (los datos no acaban de ser transparentes, ya que también existe el fenómeno de niñas nacidas pero no registradas, y que por tanto viven en la más completa oscuridad en cuanto a derechos como educación o sanidad) la población masculina heterosexual de China se encontrará con grandes dificultades a la hora de encontrar pareja durante las próximas generaciones.

La cuestión del “niño emperador” depende más de la educación que están recibiendo por parte de sus padres estos hijos únicos, a los que se les consiente todo tipo de privilegios ya que se les suma el amor incondicional de sus padres con el valor como único heredero posible de cada familia. Esto los convierte en pequeños amos y señores de su pequeño gran imperio del hogar. Quizás esta cuestión no está tan alejada de lo que sucede en los países occidentales más desarrollados económicamente donde cada vez es más común que las parejas tengan un solo hijo, muchas veces más protegido y consentido de lo que debiera.

Bibliografía:

Cuando las mujeres hayan desaparecido. Bénédicte Manier. Ediciones Cátedra. Universitat de València. Instituto de la Mujer.

Páginas consultadas:

http://en.wikipedia.org/wiki/One-child_policy

Rebeca González Barreiro, Rojo Asia.