viernes, 24 de octubre de 2008

Una pequeña historia de película

Rocío García de Paadín llegó a Beijing en Octubre de 1985 al ser enviado su padre a trabajar en la Embajada de España de esa ciudad. En ese momento Rocío tenía 17 años y no sabía lo que haría durante el tiempo que su familia estuviera viviendo en China. Durante el año antes de ir a Beijing Rocío estuvo dando clases de chino pero no logró avanzar demasiado, aprender la lengua era uno de sus pocos objetivos claros para su estancia en China, así como viajar y conocer el país.


Al poco tiempo de llegar comenzó a trabajar en la Biblioteca de la Embajada de Méjico como documentalista, por medio de su trabajo conoció a un joven argentino que estaba estudiando en Beijing que le dijo que él iba a actuar en una película china y que estaban buscando una chica occidental para sustituir a la actriz principal, una estadounidense que había abandonado el rodaje a causa de las duras condiciones debidas al intenso frío. Rocío vio en esta propuesta una oportunidad para conocer Xinjiang, que es donde se iba a rodar la película, y decidió probar suerte, a pesar de que no tenía ningún tipo de experiencia como actriz. La mujer del director fue a Beijing y le hizo una prueba de fotografía. Rocío es rubia y tiene ojos azules y una piel muy clara, lo que iba perfectamente para el papel de joven rusa que debía encarnar, fue elegida para el papel y se procedió a la firma del contrato en la que debieron también intervenir sus padres y en el que se especifican las condiciones de trabajo entre las que constaba claramente que no habría ni besos ni abrazos, prohibidos por la censura de la época. A los pocos días partió junto a su compañero de reparto y la mujer del director en un largo viaje en tren hacia Xinjiang.


Rocío interpretaba a Jina (Tina), una joven rusa casada con un general del ejército de Jiang Jieshi (Chang Kai-Shek). La película transcurría en plena Guerra Civil China entre los ejércitos del Guomindang y los comunistas liderados por Mao Zedong. El marido de Jina organiza la huida de esta acompañada por su propio ayudante que acabará enamorándose de ella sin ser correspondido. La película es una historia de amor y aventuras que tampoco faltaron durante los tres meses de rodaje, entre Noviembre de 1986 y Febrero de 1987 en la remota provincia de Xinjiang. El joven argentino que metió a Rocío en esta aventura encarnaba a un joven ruso que se enamora de Jina y que es asesinado por el ayudante de su marido llevado por los celos, esto tiene lugar a los pocos días del comienzo del rodaje por lo que Rocío pasó a ser la única occidental que participaba en la película. A lo largo del rodaje sufrió varios accidentes: en uno cayó a un río helado y tuvo que ser llevada al hospital y en otro hubo de tirarse en marcha de un trineo tirado por perros al no saber como pararlos. El frío fue intenso a lo largo de todo el rodaje y Rocío aprendió así a beber agua caliente para combatirlo. Al no saber muy bien como iban a ser las condiciones del rodaje Rocío había llevado consigo un gran macuto repleto de todo tipo de provisiones que compartía con sus compañeros en improvisadas meriendas al finalizar las sesiones de rodaje en las cuales aprovechaba para practicar su Chino que iba mejorando rápidamente, pero para este aprendizaje tuvo un ayudante muy especial, era un niño de 7 años que participaba en la película interpretando a un niño soldado y que estaba solo, Rocío decidió llevárselo a dormir a su habitación y así se convirtió en un profesor particular de Chino muy especial. Todos los miembros de la película la cuidaban mucho y procuraban que se sintiera bien en todo momento, ella recuerda con cariño toda la atención que le prestaban.


La película, Los Ladrones y el Cisne, se estrenó en China en 1987 y tras su estreno Wu, su director, publicó en una revista china especializada en cine un artículo alabando el trabajo y la interpretación de Rocío que se había convertido en la primera mujer occidental en protagonizar una película china.


Tras esta primera película Rocío intervendrá en otras tres, la primera de ellas la rodó en un barco que navegaba por el Yangzi y en ella interpretaba a una periodista que investigaba un asesinato, en la siguiente encarnaba a una piloto de guerra y en la última a una policía que debía descubrir un laboratorio de drogas en Hong Kong donde transcurrió parte del rodaje y que para Rocío supuso una fuerte impresión porque para entonces llevaba 3 años sin salir de China.


En 1989, durante las revueltas de Tiananmen, las familias de los diplomáticos fueron enviadas de vuelta a España y desde entonces Rocío no ha vuelto a China, en parte porque tiene miedo a encontrar una China demasiado diferente a la que ella recuerda con tanto cariño.



Eloísa García Laynez, Rojo Asia.

lunes, 13 de octubre de 2008

China:"un solo hijo"

La política del Hijo Único en China es un tema que plantea opiniones muy variadas, pero desde la perspectiva occidental lo más habitual es que se entienda como una medida autoritaria que limita los derechos del individuo en la toma de decisiones tan importantes como es la creación de una familia. En cambio si hiciésemos un sondeo entre la población europea, por ejemplo, es bastante probable que un alto porcentaje opinase que China debería controlar de alguna manera el crecimiento de su población, ya que de seguir así, el número tan elevado de ciudadanos chinos que cada vez tiene más posibilidades económicas, se traduce en un consumo de los recursos naturales mundiales incompatible con un desarrollo sostenible como el que se propugna en la actualidad.

Esta política se lleva empleando desde el año 1979, y las autoridades calculan que China tiene un total de aproximadamente 400 millones de personas menos que si no se aplicasen estas medidas de control demográfico.

Como su nombre indica la política del hijo único consiste en que cada pareja puede tener solamente un hijo. Aunque hay una serie de excepciones importantes, por ejemplo, esta medida no se aplica a la población perteneciente a las cincuenta y cinco minorías étnicas así catalogadas por el Gobierno chino, las cuales pueden llegar a tener dos hijos en las zonas urbanas y hasta cuatro en las rurales. En ciertas provincias se permite también la posibilidad de tener dos hijos si ambos progenitores son a su vez hijos únicos. También se han hecho excepciones más puntuales, como la relacionada con el reciente terremoto de Sichuan, por lo que los padres que perdieron a su hijo en este desastre podrían volver a tener otro. Otra excepción que es realmente llamativa es la posibilidad en las zonas rurales de tener un segundo hijo si el primero ha sido una niña. En esta cuestión tiene mucho que ver la tradición confuciana por la que el apellido de la familia se hereda a través del hijo varón, ya que la hija al casarse abandonaría su familia para vivir y cuidar a la de su marido. Esto provoca que sobre todo en las zonas más pobres y menos urbanizadas del país, los nacimientos de niños son anormalmente muy superiores a los nacimientos de niñas. Por ejemplo en la provincia de Jiangxi hay una tasa de nacimientos de varones de 138 por cada 100 niñas, cuando la media nacional es de 117 niños por cada 100 niñas, que a su vez es muy superior a la media internacional de 105 niños por cada 100 niñas (ya que la mortalidad de los niños es superior a la de las niñas, al final hay más población de mujeres que de hombres en casi todo el planeta)

La política del hijo único en este sentido puede provocar, y de hecho lo hace, que los abortos selectivos sean un instrumento muy común para asegurarse el nacimiento de un hijo varón, y que el abandono e infanticidio de niñas sea una práctica no tan inusual entre la población de este país.

Tabla 1: Población de China en el año 2000 (Total 1,276,301,000)

Cohorte de Edad

Población de Hombres (000)

Población de Mujeres (000)

Porcentaje de Hombres

Porcentaje de Mujeres

0-4

51171

46045

4.0

3.6

5-9

54211

48798

4.2

3.8

10-14

61432

55862

4.8

4.4

15-19

51813

48034

4.1

3.8

20-24

50272

47209

3.9

3.7

25-29

62979

59403

4.9

4.6

30-34

65752

61854

5.1

4.8

35-39

54375

51147

4.3

4.0

40-44

43587

40552

3.4

3.2

45-49

43969

41819

3.4

3.3

50-54

32187

29918

2.5

2.3

55-59

24232

22446

1.9

1.8

60-64

21173

20079

1.7

1.6

65-69

17433

17505

1.4

1.4

70-74

11870

13054

0.9

1.0

75-79

6577

8709

0.5

0.7

80+

3857

6799

0.3

0.5

TOTALES

656890

619233

51,47

48,52

Fuente: Naciones Unidas.

Aunque en China la política del hijo único perjudique seriamente a las niñas, desgraciadamente no es el único país asiático que vive una situación similar sin que el gobierno aplique ninguna medida de control demográfico. India es uno de los países del mundo con la mayor brecha de población entre hombres y mujeres, con una media de 93,3 mujeres por cada 100 hombres. Pero incluso sorprenden más los datos relacionados con dos países económicamente más desarrollados como lo son Corea del Sur y Taiwán. En este último nacen unos 110 niños por cada 100 niñas, dando lugar a un déficit de unas 400.000 mujeres en una población total de 23 millones. En Corea del Sur el déficit es aproximadamente de 150.000 mujeres. En ambos países está muy generalizado el uso de métodos avanzados de selección prenatal a través de las ecografías. Haciendo un análisis superficial se podría intuir que el punto en común de estos dos países con China es la tradición confuciana, en la que el nacimiento de un niño se considera un regalo del cielo, mientras que una niña implica una carga que hay que mantener hasta que otra familia se la lleve una vez se case.

En todo caso, claro está que la tradición confuciana no es la única que favorece al varón, ya que en la mayoría de las culturas la mujer es un ciudadano de segunda orden, cuyo destino depende en demasiadas ocasiones de las decisiones que tome su padre, hermano o marido, y sus derechos fundamentales se ven en gran medida negados. No olvidemos que el 70% de las personas pobres del planeta son mujeres.

La política del hijo único en China ha dado lugar a dos nuevos retos a los que este país deberá enfrentarse: la masculinización de su población, y el ya conocido problema del “niño emperador”. En cuanto al primero y con un déficit de entre unos 40 y 60 millones de mujeres (los datos no acaban de ser transparentes, ya que también existe el fenómeno de niñas nacidas pero no registradas, y que por tanto viven en la más completa oscuridad en cuanto a derechos como educación o sanidad) la población masculina heterosexual de China se encontrará con grandes dificultades a la hora de encontrar pareja durante las próximas generaciones.

La cuestión del “niño emperador” depende más de la educación que están recibiendo por parte de sus padres estos hijos únicos, a los que se les consiente todo tipo de privilegios ya que se les suma el amor incondicional de sus padres con el valor como único heredero posible de cada familia. Esto los convierte en pequeños amos y señores de su pequeño gran imperio del hogar. Quizás esta cuestión no está tan alejada de lo que sucede en los países occidentales más desarrollados económicamente donde cada vez es más común que las parejas tengan un solo hijo, muchas veces más protegido y consentido de lo que debiera.

Bibliografía:

Cuando las mujeres hayan desaparecido. Bénédicte Manier. Ediciones Cátedra. Universitat de València. Instituto de la Mujer.

Páginas consultadas:

http://en.wikipedia.org/wiki/One-child_policy

Rebeca González Barreiro, Rojo Asia.